miércoles, 29 de mayo de 2013

EL MOLINETE Y SUS MOLINOS

Imagino que todos habremos jugado de pequeño con un molinete, viendo como giraba cuando le daba el viento,

(Como hacer el GIF en movimiento en http://ejercitandoimagen.blogspot.com.es)

Si no se acuerdan, un ejemplo de como confeccionar el molinillo..
(Imagen obtenida de www.images.devilfinder.com)
pero no es este simple juguete lo que me interesa, hace unos días estuve visitando el cerro del Molinete de Cartagena, para ver como había quedado tras la última planificación urbanística, haciendo una parada obligada en el principal enclave de una de las cinco colinas de la ciudad que da nombre al cerro: el Molino de viento que más tarde fue empleado como ermita.
Me quedé un poco asombrado por lo que estaba viendo, toda la colina del Arx Asdrúbalis, estaba “pelada”, sólo se podían distinguir en su cima los restos de dos molinos, como vigías silenciosos y guardianes de un pasado con más de dos mil años.

Molino 1

Molino 2, antigua ermita y más tarde vivienda.
Desde la cota más alta, las laderas de la colina no daban la impresión de un parque arqueológico, salvo algún resto de bases de edificios y de la antigua muralla del Dean, no se habían dejado restos de una sola edificación que hiciera ver cómo estaba anteriormente, todo el espacio que marca el perímetro de las calles Honda - Puertas de Murcia - Morería Baja - San Fernando - San Vicente - Plaza de San Francisco, era todo un solar. Según el plano de Julián Saez, toda esta zona esta ocupada por más de trescientas viviendas en 1912. 
Foto satelite Google
Lo que más me extraño, fue no encontrar ninguna información en forma de panel, o letreros que pudieran aclarar la visión que estaba ante mi, no ya sólo del Molinete, sino del esplendido paisaje que tenia a mi alrededor en 360 grados: Castillo de la Concepción, puerto, castillo de Galeras y Atalaya, arsenal, campo de Cartagena, etc.
Tampoco había algún cartel que indicara los principales edificios del área urbana de Cartagena que se pueden reconocer perfectamente desde este mirador.
Estoy en una cumbre que sería en la antigüedad una estupenda atalaya, para vigilar la llanura y los caminos que llegaban a Cartagena desde el interior, igual que el cercano monte de la Concepción serviría para observar el mar inmediato y la llegada de alguna embarcación.

En el plano de Tofiño de 1788, se señala la torre del Molinete como punto más alto
para enfilar y situar la posición de la laja a la entrada del puerto.

En este otro plano de 1727 por Iacques Ayrouard, piloto real, y grabado par Louis Corne, se ve un
molino del Molinete, que conjuntamente con la torre del Ayuntamiento, se utilizan
estas alturas para situar la losa situada a la entrada del puerto
No se aprecian restos de los palacios y templos, que dicen habían en su cima desde época púnica, haciendo referencia a las importantes construcciones cartaginesas en él asentadas. Sí se aprecian vestigios de una serie de muros perpendiculares a la muralla del Dean, restos de una ocupación del cerro con anterioridad a la llegada de los cartagineses, alguna población nativa, íberos tal vez, que serían más tarde absorbidos por las diversas culturas que llegaron a Cartagena.
Actualmente en esta colina sólo quedan dos molinos, posteriores a los construidos por los árabes, que a sus inmediaciones en dirección a la actual Morería, se fueron intercalando viviendas hasta llegar a formar un barrio, habitado por los moriscos después de la Reconquista.
Vista actual de la Moreria desde lo alto del cerro. Se observa la ladera completamente desnuda de edificaciones.
La noticia mas antigua de la existencia de un molino de viento en la colina del Molinete son unas cuentas del Mayordomo del Ayuntamiento cartagenero en 1506, donde se relaciona un pago por la construcción de un molino de viento.
En un acta capitular de 18 de marzo de 1571 el municipio autorizó a D. Diego López de Aguilera, Proveedor que fue de las Armadas Reales, a reedificar dos antiguos molinos de viento que había en lo alto del molinete, lo que presupone la existencia de antiguo de estos artificios eólicos en dicha colina. El molino de viento era considerado como un elemento que contribuye a generar riqueza, por lo cual se permite su construcción.
En la Descripción de Cartagena de Gerónimo Hurtado, en el año 1589, habla de una población de 1.500 habitantes en la que hay dos cerros, uno del Castillo y otro del Molinete donde existe un molino de viento.
En la obra Discurso de Cartagena del Licenciado Cascales, de 1611, indica haber un molino de viento en el Molinete.
Vista de la parate superior del plano de 1667, por Bautista Balfagón, de la bahia de Cartagena,
 donde se aprecian unos molinos a la izquierda (Archivo de Simancas).
Hay un plano en el Archivo General de Simancas, de fecha 5 de diciembre de 1678, detallando el frente de Trincabotijas y del puerto, con un diseño de la ciudad de Cartagena, efectuado por el ingeniero Pedro Maurel, donde se aprecia un molino sin velas en la cima del Molinete. 
Plano de Pedro Maurel diciembre 1678, a la izquierda la ciudad de Cartagena

Detalle del plano anterior, donde se aprecia el casco de Cartagena:
 A - Castillo Concepción, B - Molinete (flecha roja molino), C - Catedral antigua,
D - Muelle, E - El Arenal, F - Rambla Santa Florentina.
El 16 de abril de 1833, se concede permiso a José Pérez para que construyera otro molino harinero en esta colina.
En una obra sobre los Cuatro Santos de Cartagena de 1764 escrita por el franciscano Antonio Herraiz, hay un grabado con las figuras de los santos citados, teniendo como base el gráfico una vista panoramica de Cartagena.


Portada libro "Los quatro Misticos Rios del Paraiso de la Iglesia", archivo autor.

Grabado donde se aprecia una visión de Cartagena en 1764, distinguiendose
A - Muelle, B - Molino de viento en el cerro del Molinete, C . Torre del Ayuntamiento, D - Catedral Vieja,
E - Casa de los Cuatro Santos, F - Castillo de la Concepción, G - Cerro Despeñaperros o de la Cruz
A las aspas del molino se ataban unas lonas para facilitar el movimiento por medio del aire, las aspas se podian girar en dirección al viento, razón de ser de estos molinos en lo alto de la colina, para favorecerse de cualquier viento dominante. A partir de mediados del siglo XIX, en los molinos de Cartagena no hay aspas propiamente, sino solamente lonas en forma de vela triangular, que se enrollaban en el palo del aspa, cuando no eran necesarias.
D. Ginés García Martínez publicó en 1969 su libro " Los molinos de viento de Cartagena", donde aparece un molino de viento con arboladura de velas en una fotografía de 1884, y que corresponde al molino llamado de San José o Molino Viejo, que es el situado en la cota más alta del cerro. A la derecha de este molino aparece una torre ligeramente troncocónica rematada con una pequeña cúpula tejada y que era la llamada ermita de San Cristóbal o del Cristo de los Ciegos que aparece en el siglo XVII.
                                                                           
Detalla D. Ginés los dos molinos existentes en esa fecha, uno en la plaza de la Tronera nº 27 (de moler, hoy vivienda), y el otro en la calle San Cristóbal del Molino nº 21 (de moler, ahora es vivienda).
A estos dos molinos harineros que se conservan debe el cerro su topónimo actual. Ambos están declarados Bienes de Interés Cultural.

A la derecha se puede observar la cúpula tejada del molino-ermita. Foto Casaú.
En esta foto posterior ha desaparecido la techumbre del molino.

Se puede apreciar lo abandonado de la zona
A raíz de la construcción de la llamada "muralla del Dean", en el S. XVI, sus laderas y cumbre se van ocupando de viviendas al resguardo de esta obra defensiva. A finales de esa centuria era ya un barrio muy poblado, por lo que, al construirse la nueva muralla por orden de Felipe II, a cargo de Antonelli en 1570, toda la colina queda incluida en su perímetro para proteger a sus habitantes.
Al estar apartado de la zona urbana, este barrio dio lugar al carácter amoral y licencioso que tuvo posteriormente, pero hay que tener en cuenta que con el consenso de los gestores municipales, un ejemplo: 
Juan Vázquez, representando a su madre Petronila Fajardo, solicitó el 11 de julio de 1569 emplazar unas mancebías, rogando le señalaran el sitio más adecuado para ello. No tardó mucho en ser contestado por el Ayuntamiento, concediéndole lugar junto a las murallas, fuera de la Puerta de Murcia, en el barrio de la Morería, firmadose esta respuesta por los Regidores don Lope Giner, don Andrés de la Xara, don Luis de Morales y don Pedro Garre.
Las mozas que tenia la tal Petronila, se paseaban por las calles aledañas con un velo que les tapaba la cara, dando lugar, muchas a veces a confusiones, ya que las tomaban por mujeres honradas, y a la inversa, las féminas decentes que llevaban el rostro cubierto podían ser confundidas por unas “fulanas”.
En base a ello, el 27 de septiembre de 1571, el Cabildo cartagenero dictó un acuerdo donde “…ninguna mujer de cualquier condición pueda ir sino descubierto el rostro como dicho queda; y que lo contrario hiciera caiga en la pena de perder el manto y diez días de cárcel, y que sea llevada desde donde se la hallare con el rostro cubierto a la prisión sin manto, el cual en su valor sea repartido de esta manera: la tercera parte al Hospital de esta ciudad, la otra parte al juez que la sentenciare y la otra para la persona que la detuviese…”.
En cambio en la otra parte del Molinete, la falda que mira hacia el mar, se fueron construyendo viviendas, que ocupaban personal del Ejercito y de la Marina. Este aspecto hizo al Ayuntamiento en 1738 revalorizar el valor de los terrenos, planificando y urbanizando esta zona.
En la Plaza de los Gatos, en 1728 el mayordomo de la Cofradía del Rosario de la Aurora, Fulgencio Montoya, organizaba desde su casa todas las vísperas de fiesta, por la noche, una cuadrilla para cantar acompañado de guitarras y campanillas, los villancicos del rosario bajo las ventanas de los Cofrades de la Hermandad; por este motivo la plaza paso a llamarse de “La Aurora”.
Entre sus calles se podían encontrar a gente de todo tipo desde las clases más altas hasta las más ínfimas. Uno de los habitantes de esta nueva área de la cara sur del cerro, que venía trasladado desde Valencia fue D. Francisco Xavier Almela, con título y privilegio de hidalguía concedido por el rey Carlos III en 1775, teniendo licencia del Ayuntamiento para colocar su escudo de armas en la fachada de su reciente vivienda, tomando la nueva calle el apellido de su propietario Calle de Almela.
La calle de Ignacio García, tomo este nombre de un oficial de la Milicia Honrada que vivía en ella.
En la calle Paraíso residía en 1612 un genovés llamado Juan de Paradisso, Correo Mayor de la ciudad además de ser un rico mercader.
El pintor italiano Salustio Lucas, vivía en 1638 en la calle de Grajuela, así como en 1769, D. Antonio Sambazart, Comisario de Compras del Real Arsenal, y su hermano D. José Sambazart, Teniente del Regimiento de Caballeria de Farnesio; posteriormente, año 1828, vivió un familiar de los anteriores, Diputado del común, D. Antonio Sambazart, tomando la calle el nombre de esta familia.
Pese a estas gentes principales, poco a poco la zona alta del Molinete quedó sin control, empezando a edificarse de cualquier forma dando lugar a la formación de calles estrechas, empinadas y tortuosas.
Con el transcurso del tiempo, toda la ladera sur se fue degradando, especialmente en el eje comprendido entre la plaza de la Aurora y Cuesta del Maestro Francés, ocupando las viviendas cada vez más gente de conducta licenciosa, se fueron creando tabernas y cafés donde los aventureros y pícaros buscaban donde acogerse.
Lo mismo ocurría con los soldados y la marinería de las galeras, que al llegar a puerto buscaban un burdel donde buscar esparcimiento. Llegaron a ver más de cuarenta establecimientos, lo que provocó que por el dinero fácil que generaba y la inclinación amoral de unos y otros, fuera un sostén para todo esta parcela del Molinete. 
Ubicación de los principales bares y salas, como el Trianón, ocupando el eje plaza
de la Aurora a la Cuesta del Maestro Francés, y las calles aledañas de Falsacapa, de la Torre y Adarve

Muchos de tales establecimientos tenian nombres muy pecualiares: La Madrila, el Gato Negro, la Puñalá, el Pajarito, Trianon, la Madrila, etc.
Sobre todo en el siglo XIX, fue tal el resurgir vergonzante de esta zona, que el nombre de Cartagena llegó a ser conocido en muchos sitios del Mediterráneo por la viciosa mercancía que aquí podían encontrar.
Eso no quiere decir que fuera de este entorno no vivieran en el Molinete personas decentes, sobre todo por encima del eje antes citado de la calle de la Aurora y en la falda norte, hacia la calle San Fernando, y mas al oeste hacia la Morería, es decir, la mayor parte del barrio, vivia gente modesta y honesta ajena a estos trapicheos de baja moral.
En esta zona los alquileres solían ser más económicos, razón muchas veces de su ocupación por personas bajas de recursos. 
Visión de los dos molinos desde la base del Molinete, en el nuevo Parque Arquelógico recien inaugurado.
A la izquierda el de San Cristobal reconvertido posteriormente en ermita.
El final de toda esta zona le llegó el 21 de junio 1974 con la demolición de todo el barrio.

Derribando últimas viviendas del cerro del Molinete
Bibliografía:

- Otra historia de los Molinos. V. Montojo, La Verdad 17-8-1986
- El Molinete de Cartagena. J. Rodríguez Canovas, Athenas ediciones 1971.
(Con el título “Los Orígenes del Molinete, apuntes iniciales para su historia” este autor publicó en El Noticiero los días 5,6,7 y 8 de agosto 1963, la parte primera de esta publicación).
- El Molinete. Semblanzas y pasajes de un barrio en lo alto. José Juan Aniorte García, Editorial Áglaya, 2011. 
- Historia de las calles de Cartagena, Federico Casal Martínez. 1930.
- El molino de viento en Cartagena durante el siglo XVIII, Francisco José Martínez López, María Dolores Ayuso García, Isabel García Díaz, Universidad de Murcia. 2009.
- El templo de Santa María de Gracia de Cartagena heredero de la Catedral Antigua. José Mª Rubio Paredes, 1987.
- Archivo de Simancas.
- Hemeroteca Municipal de Cartagena.
- Archivo fotográfico Casaú. Proyecto Carmesí.

miércoles, 15 de mayo de 2013

CALLE DEL ARCO DE LA CARIDAD

Es curioso que una calle tan conocida con este nombre, nunca tuviera un arco, quien sí lo tenia era su vecina calle, la actual San Vicente, llamada anteriormente Caridad Vieja, pero eso lo veremos un poco más adelante.
La calle del Arco de la Caridad, comunica la Glorieta de San Francisco con la Calle de la Caridad. A principios de 1700 se le llamaba “Carrerón que sale desde la calle del Adarve a la de la Caridad” (*), más tarde, en 1731, aparece con el nuevo nombre de calle de Juan Soto.
En 1710 se comenzó a construir el nuevo Hospital de Caridad en el barrio de la Serreta, junto a lo que es hoy la actual Iglesia de la Caridad. La parte trasera del nuevo edificio daba a la calle Caridad Vieja, y en la acera de enfrente de esta calle, se encontraba el inmueble que contenía los utensilios de la tropa de guarnición, que llegaba hasta la calle del Adarve, también estaban las caballerizas para los coches fúnebres, cuyos servicios prestaban al Hospital (**). Este edificio era propiedad de la Congregación hospitalaria, que lo había recibido como donativo en una herencia.
En esos años, la actividad del centro sanitario que fundaran Francisco García Roldán y el soldado Rosique, era una muestra de la caridad de todos los habitantes de Cartagena para con su prójimo, la labor que efectuaban era grande pero necesitaba ampliar sus locales, y el 15 de julio de 1777 necesitando tener mayor número de camas dedicadas al tratamiento del “mal venéreo y otros achaques contagiosos”, el Hermano Mayor del Santo y Real Hospital de Caridad, D. Ignacio Anrrich y Val, solicitó permiso al Ayuntamiento para unir aéreamente los dos edificios de su propiedad, por medio de un pasadizo sobre arcos, que salvara la calle Caridad Vieja y poder dejar libre el uso de ella, teniendo así los dos edificios unidos, y conseguir la ampliación que necesitaba.
Vista su petición por el Consejo Municipal, le fue concedida licencia para esta obra el 23 de agosto de ese mismo año.

Construido el ancho arco, y su pasadizo encima, ya estaban unidos, por tanto, los dos edificios propiedad del Hospital, la calle dejó de llamarse "Juan Soto" para ser denominada del Arco de la Caridad. Toda la acera izquierda de esta calle eran dependencias del Hospital, aunque como decía anteriormente, el arco estaba en la calle de la Caridad Vieja, actual calle de San Vicente.
En el año 1788 en una casa propiedad de Juan Miqueloti, quedó establecida la Academia de Pilotos de la Armada, siendo uno de sus profesores el maestro delineador D. Agustín Berlinguero, famoso por la colección de estampas que dibujó sobre los buques de guerra que componían la Marina Real Española. La academia se trasladó por ruina del edificio en 1827 a la Compañía de Guardiamarinas en la Muralla del Mar. Desde 1508 existía el cargo de Piloto Mayor en los barcos de su Majestad, Por Real Orden de 23 de octubre de 1846 se declara a extinguir el Cuerpo. Los primeros pilotos que poseían informes favorables ingresaron en el Cuerpo General como alféreces de navío con la antigüedad de sus nombramientos.
Durante la insurrección cantonal de 1873-74, en el asedio que sufrió Cartagena, uno de los proyectiles cayo en esta calle, destrozando la casa marcada con el número 10. reconstruida posteriormente, y donde tuvo su sede la compañía de seguros La Catalana.

Plano de Julián Saez de 1912, donde se aprecia el arco que unia los dos edificios A y B.
Hasta su desaparición en 1953, la gente al pasar bajo el arco notaba el eco que producían sus pasos, y este resonar era aprovechado por las murgas en la época de carnavales, ya que aumentaban los sonidos de sus charangas.
También más de una vez sirvió este arco de refugio para algún trono y sus penitentes en época de procesiones, cuando se presentaba una lluvia inoportuna.

Arco que unia los dos edificios, la calle San Vicente al fondo.
Tras la pasada Guerra Civil de 1936-39, el Hospital se trasladó a su nuevo emplazamiento al barrio de Los Barreros, más amplio y saludable por el jardín y arbolado que lo rodeaba.
Desapareció el arco, y derribado el hospital, de los dos nuevos edificios, el colindante con la calle del Adarve fue ocupado por el Servicio de Correos, trasladándose desde su anterior emplazamiento de la plaza de San Francisco, y el otro para oficinas y consultorios médicos del antiguo Instituto Nacional de Previsión.
Unos de los establecimientos de esta calle era una panadería-confitería, siendo Mari Carmen la responsable de atender a los clientes, siempre con su sonrisa afable, lloviera o tronara. Causa de que los empleados de Correos, específicamente los ambulantes, la nombraran su madrina el 16 de mayo de 1969, agradeciéndole en un simpático acto, la amabilidad que Mari Carmen siempre tenia con ellos cuando se aprovisionaban de pan y otras viandas, antes de emprender el regreso a Madrid en el vagón postal.
En la trastienda de la panaderia, junto al horno se impuso la banda y entrega del pergamino
con el nombramiento como madrina de los ambulantes de Correos.
D. Fabián, con bigote a la izquierda de la foto, fue el impulsor de este simpatico homenaje.
En esta calle entre otros establecimientos estaba Radio Peñalver, aunque sólo tenia el escaparate, hacia esquina con la Glorieta de San Francisco por donde tenia su entrada a la tienda; un estanco, que cuando habían colas en las oficinas de Correos (antes se enviaban más cartas que ahora) a él también se le formaba una buena fila para comprarle sellos.
Estaba el tapicero Estrada, la relojería de Castillo, un pequeño bajo donde Emilio Vidal restauraba imágenes, una zapatería, la sala de billares que se había trasladado desde la calle del Aire, y haciendo esquina con la calle de la Caridad, una sucursal de la desaparecida Caja de Ahorros del Sureste de España, que posteriormente cedería el lugar a un bar.
En la pared del Hospital había una piedra con una cruz encima, colocada en una especie de hornacina, desaparecida cuando se trasladó el hospital y se construyó el nuevo edificio. Federico Casal en su articulo “La piedra del hospital de Caridad” publicado por "El Noticiero" el 18 de noviembre de 1943, relata un hecho que sucedió en el último tercio del siglo XVIII, que por su curiosidad lo transcribo:
Se estaban haciendo obras en el hospital, para las que un donante anónimo había dado una importante cantidad. Un joven sosteniendo un anciano, al parecer enfermo, que difícilmente podía andar. entraron a la calle del Arco de la Caridad por la actual plaza de San Francisco. Al llegar a un lugar donde había un montón de piedras, el anciano, ayudado por el joven, se sentó en una de ellas para descansar, y, momentos después, dándose cuenta del sitio en que se hallaba, comenzó a llorar.
- ¿Por qué llora Ud. padre?¿Siente algún dolor?.
- Lloro porque recuerdo, y de esto hace muchos años, que conducía yo a mi padre a este hospital, como tu haces ahora, y en este mismo lugar se sentó, y cuando descansó, lo llevé al hospital, en el que murió a los pocos días.
Quedó el hijo pensativo unos minutos, y replicó:
- Seque Ud. esas lagrimas, no llore más, padre mío, olvide el recuerdo de aquel pasado que no se va a repetir porque nos volvemos a nuestro albergue y Ud. no se muere en el hospital. Pido a Dios y a usted perdón por lo que he pretendido hacer, y porque me he horrorizado al pasar por mis mientes que mis hijos hicieran conmigo, lo que usted hizo y lo que yo iba a hacer.
- No, balbuceo el anciano, sois pobres.
- No hablemos más. Descanse el tiempo que quiera y nos volvemos a casa en la que nada le faltara aunque tenga que vender todo, menos su cama.
Al poco levantóse el enfermo, se abrazaron cariñosamente y por el mismo camino volvieron a su domicilio.
Presenció la enternecedora escena, el maestro albañil que hacia la obra, y al otro día, la piedra donde estuvo sentado el anciano, la colocó como piadoso recuerdo en el lugar donde todavía se conserva y que desaparecerá cuando se hagan las obras…

Añade Casal: Mala acción cometió el anciano con su padre y mala iba a cometer su hijo con el suyo: escuchar bien y no lo olvidéis, los buenos hijos no deben abandonar nunca a sus padres por ancianos o enfermos que estén porque Dios no perdona tal falta, y recordar aquello de ¡honrarás a tus padres como a ti mismo!



(*) Viene detallado este nombre de la calle, en los Padrones de la sal de esa fecha.
En España, como en otros países, la sal estaba sujeta al estanco o monopolio, y se vendía exclusivamente por cuenta del Rey. Este impuesto aportó en 1785 unos 16 millones de reales, el precio fue en aumento y supuso en 1789 cerca de 59 millones de reales.
La sal era un articulo de primera necesidad, no sólo por su utilización como condimento, sino para preservar los alimentos haciéndolos más duraderos en el tiempo. El precio era el mismo para toda España, excepto en los puertos que se admitía alguna rebaja por los salazones. El consumo de sal era muy alto, las salinas de Andalucía y de otras zonas no daban suficiente producción para servir la demanda, teniendo el Reino que importarla de Portugal.
Para controlar el reparto de la sal en los diversos municipios, se hacían padrones de ellos y sus moradores, asignándose a cada zona la cantidad pertinente. El Rey podía ceder el control de este monopolio en contrata o concesión a un particular, o en casos especiales a algún eclesiástico o noble.


(**) Isidoro Valverde recordaba que «al alcalde Torres debe Cartagena la dignificación de los entierros de los pobres, que con anterioridad se hacían en un carro-volquete pintado de negro y tirado por una caballería, lúgubre institución a la que los jocosos cartageneros llamaron La Pepa».

Bibliografía:

- Archivo Municipal de Cartagena. Hemeroteca.
- Historia del Santo Hospital de la Caridad. José Sánchez Martínez.
  Universidad de Murcia, Departameto Ciencias Sociosanitarias. 1998
- Fotos archivo personal autor.
- Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX. Ossorio y Bernard. 1868.
- Wikipedia.
- Hemeroteca "La Verdad"
- Las calles de Cartagena. Federico Casal. 1930.
- Gaceta de Madrid 1807
- http://www.mgar.net/var/pilotos.htm

lunes, 6 de mayo de 2013

NOMBRES DE CALLES DE CARTAGENA

Recibo un par de correos indicándome debía incluir en mi último articulo Relojes de Cartagena, más comentarios sobre cada uno de ellos, en vez de hacerlo sobre el edificio que los alberga.
Mi idea, en principio, era detallar los distintos tipos de relojes, cuando se instalaron, si son de cuerda o funcionan con contrapesos, días transcurridos entre cada carga, costo del reloj, los relojeros que se encargaban del mantenimiento, cada cuanto tiempo los revisaban, etc.
No debería olvidar el tipo de campanas que algunos de ellos hacían sonar, indicando a los habitantes de las cercanías la hora en cada momento. Un ejemplo serían las dos campanas del reloj de la “Económica” en la calle del Aire, con un peso de 53 y 125 kgs. y un diámetro de 45 y 60 cms. respectivamente.
Reloj y las dos campana en el tejado del edificio
de la Real Sociedad Económica de amigos del Pais.

Detalle campanas, izquierda la mayor y a la derecha la más pequeña.
Fotos de Campaners de Valencia.
Pero la descripción seria muy parecida para cada uno de estos medidores del tiempo, unos tendrían al mismo artesano relojero para su reparación y puesta a punto, y la descripción llegaría a ser demasiado técnica, es decir, podría haber material para un pequeño libro especializado en ese tema, y no siendo la idea de este Blog, preferí con cada uno de los relojes dar una pequeña “pincelada” del edificio donde está ubicado, y algo de la historia o alguna anécdota de sus alrededores, caso del nombramiento como Ayuntamiento en 1841 de los barrios de Santa Lucia y San Antón.
Lamento no poder satisfacer a todo el mundo por igual, y recuerdo que es un Blog que intenta aportar un pequeño grano de arena, sobre el conocimiento general de nuestra Cartagena.
De todas formas gracias por la amable indicación.

Aprovechando esta respuesta, haré mención sobre unas calles de nuestro municipio, sobre todo por la curiosidad de susdenominaciónes.
Muchas veces se cambian los nombres de las calles, Ley de la Memoria Histórica por ejemplo, sin tener en cuenta las molestias que ocasionan a los vecinos, con el cambio de numerosos documentos: D.N.I., carnet de conducir, datos bancarios, tarjetas de crédito, impuestos municipales, suscripciones, diversos servicios como: teléfonos, gas, luz, Internet, etc.
Creo que hay preocupaciones más importantes en las ciudades, como Servicios Sociales, limpieza viaria, asfalto de las calles, alcantarillado, control del tráfico, etc., es decir, hay cosas más primordiales que cambiar nombres de calles; si hay nombres nuevos para poner, reténganlos para las nuevas calles a crear, y si hace falta cambiar la denominación de alguna calle, déjenlo para cuando no haya ningún problema que resolver y los contribuyentes tampoco tengan nada mejor que hacer.
Cambiar nombres de calles, dedicadas a figuras afines, para que luego vengan los de otro signo y las vuelvan a cambiar… hay cosas mas necesarias que hacer, y además la historia no se puede borrar, y visto lo visto, ya dudo de quien es mejor o peor.
Hace poco estuve en un pueblo cercano a Murcia, donde todavía estaban las placas de varias calles con nombres del antiguo Régimen, no las habían cambiado, pero en cambio si habían dedicado esfuerzos a mejorar la población.
                                                    
Cuatro placas de calles de una localidad cercana de Murcia.
En el desaparecido barrio del Molinete en Cartagena, habían varias calles con nombres curiosos como:
- El Callejón del Salto. Federico Casal escribía “solo a saltos se podía transitar por ella en pleno día, porque de noche, todas las precauciones eran pocas para aventurarse por la calleja”, dada la pésima situación del firme de la calle.
- La Calle de Rompe-Culos (escrita tal cual), era una difícil cuesta que provocaba grandes esfuerzos para subirla, pero al bajarla había que hacerlo casi arrastrándose, casi apoyandose en el trasero. El 18 de enero de 1821, la Corporación Municipal decidió cambiar este antiestético nombre por la de Jesús y María, hay que reconocer que fue drástica la nueva denominación.
- La calle Falsacapa también estaba en el Molinete, y no era la primera vez que se utilizaba este nombre para una vía pública, inicialmente estaba asignado a una calleja que comunicaba la calle de la Concepción con la calle Nueva.
Detalle del casco de la ciudad de Cartagena en 1788, es una porción del plano "Ciudad, Puerto y Arsenal de Cartagena",
efectuado por el Brigadier Tofiño
Es el único plano donde pude localizar la antigua calle Falsacapa, en el redondel amarillo.
1 - Calle Nueva (actual Dr. Tapia Martínez), 2 - Calle Concepción,
3 - Calle Cuatro Santos, 4 - Calle Falsacapa en el Molinete.
Datos explicativos que figuran en el plano anterior, donde se aprecian la cantidad de conventos e iglesias
que habian en el casco antiguo de Cartagena en esa época de 1788.
En 1843 dada la ruina de las pocas casas que formaban este callejón, el Ayuntamiento conforme al informe del arquitecto municipal, ordenó cerrar la calle con una tapia gruesa. Anteriormente, mediados siglo XVIII, la calle que bajaba de la desaparecida plaza de la Aurora hacia la de Balcones Azules (núm. 4 en el plano anterior), se denominaba Capa-Azul, por una llamativa capa de este color que usaba un habitante de la misma, el capitán del Batallón de Galera D. Nicolás Falsacapa. Al cerrarse la calle antes citada, se cambió el nombre de Capa-Azul por la de Falsacapa, apellido de D. Nicolás. Hay una Opereta de Offenbach “Les Brigands” de 1869 donde un tal Falsacapa es uno de los protagonistas principales.
- Calle Pijaco, una de las más curiosas en el desaparecido casco viejo de la ciudad, donde todo es ahora un enorme solar,
Foto del autor, mayo 2013, tomada desde la desaparecida calle del Rosario.

Todo el entorno en amarillo es un enorme solar, se puede apreciar la gran cantidad de fincas desaparecidas.
Modificaciones efectuadas sobre plano de Julián Sánchez 1912.
aunque suene mal era el apellido de un italiano llamado José Pijaco Pereti, que residía a mediados del XVIII en esta calle situada en las laderas del Monte Sacro. Su trayecto se iniciaba con una cuesta desde la calle San Cristóbal Larga, atravesaba la de Villalba, continuaba por una pequeña escalinata, y desembocaba en la unión de las calles Lizana, del Rosario y la de Roca, en la ladera del monte antes citado.
Estas calles ya no existen, como decía anteriormente, todo lo que las rodean son solares. En otras poblaciones, cuando derriban un edificio al poco tiempo construyen otro, o se urbaniza en el terreno que deja libre, pero en esta Cartagena, se ve le gustan “coleccionar” espacios abiertos sin urbanizar.
    



Detalle de las calles desaparecidas, foto del autor mayo 2013.
Junto a su vivienda el Sr. Pijaco tenia un corral, donde guardaba una buena recua de mulos, que los utilizaba para bajar la nieve de los pozos donde se almacenaban en la  cercana Sierra Espuña, y su posterior venta donde le fuera solicitada.
Ya el 21 de julio de 1601, el Cabildo de Cartagena acuerda lo siguiente: "Teniendo en cuenta los excesivos calores que en Cartagena hacen y que la experiencia ha demostrado que beber agua con nieve produce salud y excusa y quita muchos achaques,- por ser esta ciudad maritima donde acuden muchos principes y gentes de calidad que carecen de este regalo, y por ser de utilidad para los propios de la ciudad, el Ayuntamiento acuerda se haga una casa y pozo donde se recoja nieve para el verano, y de allí se vaya trayendo para su venta a precio moderado; y que la dicha casa se haga en los términos de Totana o Alhama, en lugar donde más convenga".
Aunque sea malsonante este nombre en España, hay empresas en el extranjero con este apelativo, un ejemplo “Pijaco Limitada” con una amplia gama de servicios de ingenierías (civil, electromecánica, electrónica, diseño industrial, entre otros) en la ciudad de Tolima, Colombia.
- Calle de las Laguenetas, se entraba por la calle San Crispín, y tras subir veintiséis escalones salía a la falda del monte de Despeñaperros, cerca del cuartel de Antigones. A finales del s. XVIII se proyectaba urbanizar esta zona, y en las tres calles que se formarían, una se llamaría de la Señora Gobernadora Marquesa de Torre Franca, un poco largo ¿no?, pero al iniciar las cimentaciones para los edificios se encontraron con terreno laguenoso, tomando por esta razón el nombre de las Laguenetas.

Datos sobre foto de 1890 localizada en internet, desconozco el autor.
- Calle Marango, nace en la calle del Duque y es una
empinada cuesta, que al poco se suaviza con escalones hasta su final. En 1660 se llamaba calle de la Cueva, por haber desde muy antiguo una cueva-vivienda.

En esta calle vivia desde 1800 un personaje de origen italiano, D. Antonio Marango, de quien tomo posteriormente su nombre la calle. Al efectuar hace unos años el desmonte para la nueva urbanización de la zona, se encontró una vivienda romana, compuesta de tres salas. Se ha conservado el salón de verano, pavimentado con mármol de Carrara y de Túnez. El peristilo conserva los depósitos de agua. Un estanque y parterres. Sin embargo, el ala oriental está cortada por la calle de Gisbert, al efectuarse el muro del mercado existente en dicha calle. Lo mejor conservado es el jardín y el salón de verano, al resguardo del mediodía, abierto al norte.
En esta calle se instaló en junio de 1928 una fuente de agua potable para el servicio de los vecinos, con esta nueva aportación había en Cartagena 40 grifos públicos de agua.
- Calle Del Abrazo, en la cercana pedanía de La Puebla, imagino queriendo demostrar la amistad entre los pueblos y gentes de diversas etnias que residen por esa zona.
- Calle Abremanos, la vecina población de La Palma tiene en su callejero este singular nombre.
- Calle Alajuela, situada en la Vereda San Felix, me recordaba esta denominación como un despectivo de alhaja, y no la veía correcta para el nombre de una calle, pero al ver que las calles cercanas tienes nombres alusivos a Costa Rica, compruebo que Alajuela es el nombre de la segunda población de Costa Rica.
- Calle Alcacil, nombre que damos en estas zonas a la alcachofa. Esta situada esta vía en la Vereda de San Felix, pensaba que las calles colindantes tendrían tambien nombres de verduras u hortalizas, pero no es así.
                                                     
- Alfileres, situada en Los Rizos, pedanía de El Algar.
- Barquisimeto, en el barrio de Los Dolores, es el nombre de la Capital del estado de Lara en Venezuela.
- Bininas, un sinónimo del boniato rojo, es un caserío cercano a la Ermita de Tallante.
- Calle Casualidad, cuando llegue uno a esta calle de El Algar, no será al azar.

Bibliografía:

- Web de Campaners de la Catedral de Valencia.- Arqueomurcia. 2006.
- Hemeroteca Archivo Municipal de Cartagena.
- Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.
- Las Calles de Cartagena. Federico Casal Martínez. 1930.
- Los pozos de la nieve que Cartagena tuvo en Sierra Espuña. Agustín Diéguez González, 2003.
- Maps. Google.
- Archivo de Simancas.