miércoles, 30 de enero de 2013

EL FERROCARRIL, CARTAGENA Y SU ESTACIÓN

Una publicación semanal recuerda que este año 2013, es el 165º aniversario de la inauguración del primer tren en España, el ferrocarril Barcelona-Mataró con un recorrido de 28,4 Kms.
Lleva razón por una parte el cronista, el 28 octubre 1848 fue la andadura del primer tren en la península, pero no en España. El primer ferrocarril español se inauguró el 19 de noviembre de 1837, en una de las provincias españolas de ultramar, Cuba; siendo el primero en Iberoamérica, el segundo del continente americano y el séptimo a nivel mundial; efectuaba el trayecto entre La Habana y Bejucal, siendo una línea que estaba dedicada al transporte de la caña de azúcar.
                                                          
Aunque si queremos ser exactos, tampoco fue la primera línea férrea aprobada en España, el primer trayecto de tren (caminos de hierro, se decía entonces) fue por una Real Orden del 28 de marzo de 1830 firmada por el entonces rey Fernando VII, que otorgaba a D. Marcelino Calero Portocarrero, la adjudicación de la primera línea de tren en España, trayecto Jerez-El Puerto de Santa María-Rota-Sanlúcar, y llevaría el nombre de Camino Cristina. Por una serie de problemas económicos nunca llegó a realizarse.
Isabel II
Tuvieron que pasar unos años para que el tren llegara a Cartagena… Hasta el 1 de febrero de 1863 para la inauguración “efectiva” del tramo ferroviario Cartagena-Madrid. La oficial fue unos meses antes, realizada por la reina Isabel II.
Y más tiempo pasó aún para que Cartagena pudiera disponer de un edificio en condiciones que albergara su estación término; hubo que esperar al año 1907, para estrenar la estación de ferrocarril MZA de Cartagena. Había transcurrido casi medio siglo del primer convoy real, pero todo llega… Muchas cosas tuvieron que pasar antes de la llegada a nuestra ciudad del TREN.
Cartagena, con su situación logístico-militar privilegiada, su excelente puerto naval tanto de uso militar como comercial, las explotaciones mineras de sus sierra limítrofes, pero no disponía en cambio, de una comunicación ideal por tierra con el resto de la nación, y poder llevar a cabo el transporte de las diversas mercancías, que producía o llegaban al puerto en transito.
En la España de entonces, la asignatura pendiente del Estado eran las comunicaciones, dada la escasez de caminos y el pésimo mantenimiento de los existentes, era el principal freno para el desarrollo industrial y la formación de un mercado nacional. A partir de 1840 aumentó el número de carreteras pero no alcanzaban los 2.000 kms. El ferrocarril revolucionó los sistemas de transporte en toda Europa, por su velocidad y por su elevada capacidad de carga, acelerando el desarrollo industrial y comercial. El tendido de la red ferroviaria se considera el negocio más importante del siglo XIX en España, ya que supuso la unificación e integración del territorio nacional. La Ley General de Ferrocarriles de 1855 (Entrad para poder leerla) facultaría el tendido de la red con un diseño visiblemente radial, con centro en Madrid.
                                                   
El 2 de noviembre 1844, la Gaceta de Madrid (el BOE de hoy), publicaba el "Informe Subercase" (entrad aqui para ver documento original). Amplio texto, redactado por una comisión de ingenieros de caminos, presidida por su Inspector General, el antiguo Director de la Escuela del Ramo y diputado por las Cortes del Trienio D. Juan Subercase. Los ingenieros firmantes, entre los que figuraban José Subercase y Calixto Santa Cruz, contemplaron en este texto tres modos diferentes de llevar a cabo la realización de los ferrocarriles en España: uno mediante la iniciativa privada, como Gran Bretaña y Estados Unidos; otro planteaba la directa promoción por parte del Estado siguiendo el modelo de Bélgica; y el tercero proponía una modalidad mixta en que la construcción y explotación de la red ferroviaria correspondía a las compañías privadas auxiliadas en diferente forma por el Gobierno.
Pero como siempre, “Spain is diferent”. En sus aspectos técnicos el informe determinaba el ancho de la vía, proponiendo el de seis pies castellanos (1,668 metros), motivando razones estratégicas (imaginarían seriamos invadidos más fácilmente, si teníamos el mismo ancho de vía que Europa). El 24 de diciembre de ese mismo año, por una Real Orden se confirma lo anterior, quedando éste como el ancho de vía normal español. La adopción del ancho de vía superior en 15 cm. al del resto de Europa, sería un atraso posteriormente, cuando se intentaran conectar nuestras líneas férreas con las de Francia. 
Los billetes de tren eran
de cartón, y muy bastos,
con un agujero central.
Eran picados por los
revisores, este lleva dos.
El crear una red ferroviaria, obligaba efectuar grandes inversiones, pero al no haberse dado en España ninguna de las revoluciones que provocaban desarrollo del capital (agrícola, industrial, desarrollo comercial, etc.), estos negocios eran difíciles de realizar. Pese a ello, el Gobierno, con la Ley General de Ferrocarriles, atrajo a muchos capitales con las promesas de obtener una rentabilidad mínima del 6%, y la libre importación de materias primas extranjeras sin pagar aranceles aduaneros (se invirtió seis veces más en ferrocarriles que en la industria). 
Las empresas españolas no confiaron en este “regalo” construyéndose muy pocos Kms., por lo cual, tuvo que cederse a la entrada de capital extranjero, especialmente francés, que ganaron mucho dinero, tanto por la rentabilidad de los beneficios ofrecidos, como por la especulación. Pero la explotación de las líneas construidas eran casi siempre deficitarias, es lógico, ya que había ferrocarril pero no existía casi industria. En los demás países de la Europa Occidental estos dos fenómenos iban paralelos.
Pero veamos como fue posible la llegada del tren a Cartagena, gracias al desvelo de algunos pocos.
El ocho de noviembre 1851, hubo una primera reunión entre las principales personalidades de la ciudad, y se inició un estado de ánimo ante las autoridades y el pueblo de Cartagena, para ir favoreciendo de esta forma, el llevar a cabo tan ansiado proyecto de traer el ferrocarril a nuestra ciudad.
1851 - Concesión Camino de Hierro desde Cartagena a Murcia
El cinco de abril de 1855, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, se celebró una asamblea popular, donde se acuerda el gestionar la instalación de una vía férrea desde Cartagena hasta Albacete. El Marqués de los Camachos fue el Presidente y quien transmitió la petición oficial al Gobierno.
Isabel II aprueba el seis de junio de 1856 el proyecto del ferrocarril solicitado, cuyos estudios, presupuestos y planos habían sido realizado por el ingeniero D. José Almazán, Ingeniero Jefe de 2ª clase de Caminos, Canales y Puertos, y Profesor de la escuela superior del mismo. La Revista de Obras Públicas del año 1858 publicó la memoria del proyecto (ver original), , donde auguraba el Sr. Almazán un buen futuro para el puerto cartagenero, al recomendar que a partir de la estación de Cartagena “…partan los ramales que deben correr a lo largo de los muelles que en este puerto se establezca…”; el tipo de vía propuesta era “…de carril hueco de Brunel colocado sobre traviesas, poniendo además una en forma de larguero debajo de cada junta, el peso de los carriles es de 37,5 kilógramos por metro lineal…”.
El presupuesto general se preveía en “135 millones en números redondos”(sic), hay que decir que se refiere a reales, no a pesetas. Ascendiendo el coste por Kilómetro en 546.000 reales. En el apartado de “esplotación” (sic), indica que el trafico por ferrocarril, aumentará cinco veces para los viajeros y tres para las mercancías, con relación al número que diariamente circulan actualmente por la carretera, que ascendía a 120 viajeros y 7.453 arrobas, en el trayecto Albacete-Murcia y de 161 viajeros y 4.025 arrobas de Murcia a Cartagena.
Habría que hacer una llamada de atención sobre este proyecto, el estudio original parece ser contemplaba la línea desde Albacete hasta Alicante, y de esta última un ramal a Cartagena; posteriormente después de un detenido y prolijo examen, se decide el trazado directo, pasando por Tobarra, Hellín y Cieza. En vez de ir hacia Cartagena, siguiendo el trazado más lógico por la parte suroeste de la Sierra de Carrascoy (actual carretera de Alhama de Murcia a Cartagena), se dirija a la capital, “…por la conveniencia que hay de llegar a Murcia en vez de servirla por un ramal…”, lo cual obligó más tarde adoptar el paso hacia Cartagena a través de las Cañadas de San Pedro, dando un rodeo para salvar la sierra. En contrapartida se facilitaba el acercarse más hacia Orihuela, desde el cruce de Alquerías.
Vagón construido por MZA para la reina Isabel II en 1864
El 31 de diciembre de 1856, se constituye la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (M.Z.A.), quien se haría cargo de la explotación de la línea hasta Cartagena.
Empiezan las obras, y por el lado exterior del Almarjal se colocan las traviesas el dieciocho de junio de 1862, ya que el firme no era el más adecuado, al ser todavía blando y pantanoso, recordemos que hasta hace pocos años aquello era una laguna, teniendo la línea férrea que describir una gran curva para llegar al sitio previsto para la estación, a unos doscientos metros en perpendicular a las antiguas puertas de San José.
El diez de octubre de 1862, una locomotora en pruebas verificó la situación de todo el tendido.
La inauguración oficial de la línea férrea la realizó la Reina Isabel II, el 24 de octubre de 1862, de todo ello nos deja constancia en su libro el cronista oficial del viaje de la Reina, D. Fernando Cos-Gayón. Para llevar a cabo la ceremonia inaugural, hubo que hacer un alarde por parte de los técnicos ferroviarios: “…las obras de la vía férrea se hallaban bastante lejanas de su conclusión… el deseo de que el camino fuera inaugurado por SS. MM. y AA. se había hecho superior a todas las dificultades… desmontes de la mayor consideración habían quedado abiertos en muy pocos días, y por medio de desvíos y prolongaciones de la vía, se había podido asentar barras a lo largo de las ramblas que no han de poder ser atravesadas, en condiciones ordinarias, sino por un puente… fue preciso hacer el viaje con lentitud nunca vista a fin de evitar todo peligro… aquello, en realidad, no fue inaugurar un ferrocarril, que sólo meses después pudo ser estrenado… la víspera, muchas de sus obras no estaban hechas, y pocas horas después un fuerte aguacero bastó para destruir las que provisionalmente se ejecutaron...”. Tras la terminación efectiva de las obras, el día uno de febrero de 1863 quedó expedita la circulación de trenes con salida y llegada desde Cartagena hacia Madrid.

1863 - Bando comunicando la apertura de la linea ferrea Cartagena a Murcia
El tren era una novedad para los cartageneros, estaban más acostumbrados al tráfico marítimo, con la carga y descarga de las diversas mercancías que llevaban en sus bodegas los veleros, los pesqueros, el movimiento de los buques militares, etc. El escritor Samuel S. Cox, publicaba en 1869 una crónica de viaje, y en el apartado donde relataba su paso por Cartagena, escribía que la estación del ferrocarril es un sitio de reunión para sus habitantes: “…salimos de Cartagena por vía férrea. Esperamos en la estación dos horas antes de que el tren estuviese listo para salir. Aquí se reúnen los mendigos y de hecho toda clase de gentes. Las Termas de Caracalla, lugar de reunión para los curiosos romanos, no eran tan populares como la estación de Cartagena…”
Curiosos viendo subir pasajeros al tren.
A la izquierda los barracones provisionales de madera.
Durante la insurrección cantonal de 1873, el tren facilitó servicio para los dos bandos. Los sublevados –los cantonales-, intentaron acercarse hasta la estación de Albacete, para captar adeptos, dar un golpe de mano y acaparar subsistencias, pero tuvieron que regresar dado el acoso de las fuerzas gubernamentales. Esta cuestión la detalla D. Benito Pérez Galdós: “…nueva quijotada de tu amigo el General Contreras. Este señor, que es infatigable en la imprevisión, apenas dio fin a la descomunal aventura en que le quitaron las fragatas, quiso entrar en singular batalla con los molinos de viento. Entre tropa y voluntarios reunió un ejército de dos mil hombres, y con un tren de Artillería partió por el ferrocarril a la toma de Albacete. Iban con él Pernas y Pozas. 
General López Dominguez entra en Cartagena
En la estación de Murcia recibió el aviso de que Martínez Campos, desembarazado ya de los cantonales de Valencia, vendría probablemente contra los de Cartagena. Los que iban a la conquista de Albacete corrían peligro de que el caudillo centralista les cortara la retirada. La intrepidez a secas, sin ninguna otra virtud que la rija y encauce, es cosa muy mala en las andanzas guerreras. Ciego y espoleado por el arrojo siguió don Juan su camino, y en Chinchilla el Coronel Escoda le hizo frente con un corto número de soldados, distribuidos por la carretera…”.
Para el Gobierno fue esencial el ferrocarril, no solo para transportar sus fuerzas militares, sino el material de guerra necesario para sostener el sitio de la plaza de Cartagena, cañones, municiones, y demás pertrechos en general. En la noche del 12 de enero de 1874 se rindió la plaza, pero no fue hasta el día siguiente cuando el General José López Domínguez entro en Cartagena con sus tropas.
La estación de ferrocarril cartagenera, sita en la actual Plaza de México, no pudo edificarse hasta pasados 45 años de inaugurarse la línea férrea que, iniciando su origen en Madrid, termina aquí (524,565 km. de recorrido, según reza la placa colocada en la fachada del andén término).
Desde el primer momento del funcionamiento como vía férrea, 1862, se construyeron unos grandes barracones de madera, habilitándolos para hacer las veces de taquillas, consignas, sala de espera, almacenes, etc. El enlace de Cartagena a la red ferroviaria propició poco a poco el acondicionamiento de este entorno urbanístico… por aquellos días desolado.
Levantando la fachada de la estación 1905
Empiezan las obras de la actual estación, según proyecto del ingeniero D. Rafael Peryoncely, subdirector por entonces de la Compañía M.Z.A., “…Exactamente se intentaba establecer la estación en la confrontación de la nueva calle que se va a abrir como prolongación de la calle de San Diego una vez que se derribe la muralla…”, siendo finalizadas el día 15 de julio de 1907. El arquitecto era D. Victor Beltrí, la decoración la efectuó la Casa Carvajal y Hermanos, según diseño de D. Diego Zuloaga. El primer tren que entro en esta estación fue el Mixto núm. 32 procedente de Madrid (llamado mixto, por transportar viajeros y mercancías).

Construcción fachada principal

Vista de los andenes en construcción
 Como decía, el entorno de la estación era un solar, con desmontes, sin calle ni camino de acceso. Pero desde sus inicios no estuvo sola la estación, al mismo tiempo que se construía ésta, D. José García García, edificaba a su izquierda un chalet, que posteriormente sería utilizado por la desaparecida fabrica de jabones “La Argentina”, edificio actualmente demolido y en su lugar hay un centro comercial.
                                                    

Edificio estación terminado igual que el chalet de D. José García, los alrededores daban pena.
La planta de la estación obedece al estudio clásico de estación terminal, en la que el edificio de viajeros se dispone perpendicularmente a las vías, en este caso cuatro, y los andenes laterales paralelamente a ella, completando la típica forma en U. Los terrenos adyacentes a uno y otro lado, correspondían a las diversas vías muertas, talleres de reparación, almacenes, etc.
El viajero cuando llega descubre el nombre de la ciudad en lo alto del edificio.
                                                

Al entrar el tren en los andenes, las primeras puertas que se ven en la edificación, aunque son accesibles, no dan a ningún local, son solos figurativas, un adorno, para dar más empaque a la estación.
                                                  

En la zona de andenes una cabecera sirve de punto de partida a tres andenes, dos laterales y uno central a los que acceden cuatro vías que se numeran como vías 1, 2, 3 y 4 y que concluyen todas ellas en toperas.
La fachada es de un eclecticismo académico típico del estilo de los ingenieros de la época, pero con elementos decorativos modernistas. El edificio consta de planta baja y un piso. La portada la componen tres bloques, resalta el cuerpo central con un reloj, que preside todo el conjunto. Bajo el indicado reloj están las iniciales de la compañía que promocionó la construcción de la estación, MZA (Madrid-Zaragoza a Alicante).
                                             

Hay dos elementos claramente modernistas: el gigantesco parasol y una gran ventana termal con decoración cerámica a ambos lados con motivos mitológicos, y está estructurada simétricamente respecto al cuerpo central por el que se produce el acceso. Esta entrada es sin duda lo mas valioso del edificio por contener el gran arco envolvente de otros tres que están protegidos por la marquesina de hierro y cristal, destacando los elementos decorativos modernistas como los hierros de puertas y columnas.
                                             

Detalles azulejos fachada

Detalles de los casetones, siglas MZA.
Su interior, aunque sobrio, estaba decorado también en estilo modernista, pero hoy sólo se conserva en su estado original las taquillas, los marcos de la factoría , el techo de casetones y la lámpara. No había ninguna estructura metálica sobre los andenes, que estaban cubiertas con una simple marquesina hoy desaparecida.

Frente de las taquillas

Ventanilla de información
Techo y lamparas
Es un bello edificio, pero estaba muy aislado del centro urbano, obligando a los viajeros a desplazarse hasta allí en carruajes, ¿se acuerdan Uds. de la galeras?.
                                                  


Como decía anteriormente, no había camino de acceso, el cronista de la ciudad D. Federico Casal Martínez nos relata: “…demolidas las puertas de San José, el espacio que quedó entre ellas y la estación de ferrocarril, no fue otra cosa que una polvorienta carretera, que al llegar a la estación, seguía hacia Torreciega y la Asomada, pero a partir de 1923, fue transformándose en un amplio y magnifico paseo con artísticos candelabros, losados andenes y vistosos y bien cuidados parterres que impresionan agradablemente a los forasteros que visitan la ciudad….”, poco a poco el entorno de la estación se iba adornando, gracias también a la labor del entonces Alcalde de la ciudad D. Alfonso Torres.

1923 - El camino polvoriento va dejando paso a un vistoso paseo
Fue visitada por Alfonso XIII en Octubre de 1913, en compañía del presidente francés Poincaré, que viajaba en el acorazado Diderot .El rey volvería a pisar la nueva estación con motivo de la inauguración del monumento a los héroes de Cavite.
Hay varios curiosidades en la historia de esta estación, uno de ellos relativo al traslado de los depósitos en oro y plata, que constituían los fondos del tesoro de la Nación depositados en el Banco de España en Madrid, y que fueron trasladados por vía férrea hasta Cartagena en ocho expediciones, a finales de octubre de 1936. Llevándose en camiones hasta “los polvorines” de Algameca, donde se almacenaron para su posterior envío por barco a Rusia... el llamado "oro de Moscú".
Otro fue el transporte hasta Archena de 50 tanques del modelo T-26 B-1, provistos ya de un cañón de 45 mms. que, posiblemente, era el carro blindado más potente del mundo en aquellos momentos, al menos de los construidos en serie. A este tipo pertenecían los primeros carros de combate soviéticos que vinieron a España a bordo del mercante Komsomol, siendo desembarcados en la última veintena de octubre de 1936 en Cartagena, lugar en el que se presentó a recibirlos el capitán de navío Kuz-netsov, Agregado Naval soviético en España, siendo seguramente la personalidad militar soviética más dinámica.
Asimismo, el puerto de Cartagena, recibió gran cantidad de material en la pasada guerra civil, entre ellos un buen número de aviones, que fueron enviados por tren desde el mismo puerto al aeropuerto de La Ribera.
En 1941, con la nacionalización de la totalidad de la red ferroviaria española la estación pasó a ser gestionada por RENFE.

Bibliografía:

- Revista de Obras Públicas, tomo I núm. 12, pags. 138-141, 1858
- Viaje de Isabel II a Cartagena, Murcia y Orihuela, Fernando Cos-Gayón, Athenas Ediciones.
- Search for winter sunbeams in the Riviera, Corsica, Algiers ans Spain, Samuel S. Cox, 1869
- Episodios Nacionales-La Primera República, Benito Pérez Galdós.
- Historia de las calles de Cartagena, Federico Casal Martínez 1930.
- Los trenes del tesoro, Ernesto Luengo, Historia y Vida. Extra número 4, 1974.
- Historia Gráfica de Cartagena II, La Opinión, 1993
- Historia de la Región Murciana, 1988.
- La Región de Murcia y su historia, tomo III, pag. 444.
- Cartagena ciudad mediterránea, Manuel Ponce Sánchez, edita ALSA, 1998.
- Cartagena y su entorno, Isabel Olmos Sánchez, 1989.
- ¡Cartagena del alma!, Juan Mediano Durán, 1988.
- Cartagena siglo XX. Volumen I. Juan Mediano Durán, 1997
- http://www.nodo50.org/gpm/constituyente/38.htm#_ftn58
- http://elgranerocomun.net/article63.html
- http://www.ayto-cartagena.com/
- http://www.wefer.com




jueves, 17 de enero de 2013

MONTE SIN LEÑA...

Me escribe una lectora de mi Blog, haciendo alusión a los “icues” y las travesuras que estos hacían, explicándose lo del famoso dicho cartagenero “Cartagena, monte sin leña, mar sin pescado, mujeres p…s (otros ponen malas), niños maleducados”, por la referencia a los zagalicos malcriados o sin educación.
Hay que reconocer que el desconsiderado refrán, es un Sambenito que arrastramos en Cartagena hace ya muchos años.
Creo, que por ser base naval, haber tenido afincado un Cuartel de Instrucción de Marinería, además de varias instalaciones del Ejercito de Tierra, y que cada pocos meses estas dependencias renovaban sus soldados con las quintas correspondientes (el servicio militar era obligatorio hasta hace pocos años), siendo la mayoría de los reclutas forasteros, pasar 18 meses, o más, en la ciudad departamental lejos de su tierra, nunca fue, salvo excepciones, un buen recuerdo para ellos.
Cuartel de Instrucción de Marineria, sito en la calle Real, reconvertido en la Universidad Politécnica.

Antiguo Parque de Artilleria, actual Archivo Municipal de Cartagena y Museo del Ejercito
Así lo constato cuando hacia algún viaje en época de vacaciones por la península, y entablar conversación con algún compañero de viaje. Al indicar mi procedencia, el hombre hace un gesto como de no agradar escuchar el nombre de Cartagena.
Hablando más tarde con él, casi siempre me dicen que hizo la “mili” aquí, lejos de su Cataluña, Aragón, Madrid, etc., y si disponía de poco dinero, supongo que tampoco le alcanzaría para tomarse un completo (*) como cena, en alguna de las tascas de la calle del Ángel, en la de Bodegones o plaza de José María Artés, y tener que conformarse con el rancho del cuartel.
Orla 5º de 1977, destructor Jorge Juan
Ese malhumor creado podría ser la causa de la difusión del refrán antes citado, que nosotros consideramos molesto e inoportuno… “Cada cual habla de la fiesta según le va en ella”.
Pero no es sólo Cartagena la poseedora de este singular pensamiento, el mismo, con pequeñas variaciones lo tenemos en las localidades de:

Almazora (Castellón).
Almazora la vieja, monte sin leña, mar sin pescado y muchos chiquillos mal educados.

Altea (Alicante).
Altea la bella (otros dicen: Altea nunca te vea), mar sin pescado, monte sin leña, hombre sin conciencia, mujer sin vergüenza.

Fonsagrada (Lugo).
Monte sin leña, fonte sin auga, mulleres sin honra, homes sin palabra.

Graus (Aragón)
Río sin pesca, monte sin leña, hombres sin conciencia y mujeres sin vergüenza.

Salobreña (Granada)
Monte sin leña, mar sin pescado, niños maleducaos, curas pocos y locos.

San Pedro (Albacete).
Monte sin leña, río sin pescao, mujeres sinvergüenzas y niños mal educaos.

Tierrantona (Huesca).
Tierrantona tierra guitona, monte sin leña, hombres sin palabra, mullers sin bergüeña.
Tiene otra variante:
Gente guitona, monte sin leña, río sin agua, mujer sin vergüenza y hombre sin palabra.

Villalba del Rey (Cuenca ).
Cuatro cosas buena tiene Villalba, monte sin leña, fuente sin agua, mujeres sin vergüenza y hombres sin alma.

Xinzo de Limia (Ourense)
Adiós Xinzo de Limia, monte sin leña, río sin pesca, hombre sin conducta; y mujer sin vergüenza.

No es sólo en nuestro país, otras localidades extranjeras también tienen la misma cantinela:

Génova (Italia).
- Monte sin leña y mar sin pesca.
- Tres cosas tiene Genova en sumo grado : hombres sin conciencia, mujeres sin vergüenza y mar sin pescado.
- Genova la bella, mar sin pescado, monte sin leña, hombres sin conciencia, mujeres sin vergüenza.

Jujuy (Argentina) Cancionero popular
¡Adiós, Tumbaya, la bella!, monte sin leña, rio sin pescaos, indios mal criaos, y la puta que lo pario!.

Toluca (México)
Río sin agua, monte sin leña, hombre sin palabra, mujer sin vergüenza.

Playitas (México)
Es Playitas, más arriba de Tumbiscatío la bella, monte sin leña, río sin agua, hombre sin palabra y mujer sinvergüenza.

Arica (Chile).
Arica la bella, con río sin agua y monte sin leña…

Hay más localidades, pero por su extensión, no las incluyo, y valga lo expuesto como ejemplo de no ser Cartagena la única, pero sí el padecer ser la más nombrada.
Este conjunto de refranes, más que darnos una información verídica, suelen expresar la enemistad entre pueblos vecinos, ya sea como resultado de envidias, competitividad, rencillas, e incluso un desengaño amoroso como parece ser el origen del refrán de Fonsagrada.
¿Quién es el autor de la poesía colectiva? ¿De que fuente creadora manan las palabras, las sintetizaciones, de cada refrán?.
Hay muchos refranes y coplas que crean verdaderos limites geográficos, caso del cantado por los de Alcalá:

En Almudevar, saputos.
En Lupiñén, legañosos.
En Montmesa son pelaus.
Y en Alcalá, buenos mozos.

En cambio en la segunda versión, cantada por los de Lupiñén, son ellos los buenos:

En Montmesa son pelaus.
Y en Alcalá son rabosos.
En Ortilla son belitres.
Y en Lupiñén, buenos mozos.

Con esta forma sencilla del aforismo, se convierte en vehiculo idóneo para descargar ofensas y desacreditar a individuos o grupos. Sólo cambiando al inicio el nombre del insultado, o del agraciado, se consigue lo deseado sin variar el contexto.
Mucho más cercano tenemos el de “aladroques” (cartageneros) y “barrigas verdes” (murcianos de la capital).
En casi todas las comunidades mediterráneas, el insulto más grave es cuestionar el honor de la familia, es decir, la castidad de las mujeres, y acusar de “malas” a las mujeres es una forma contundente de avergonzar a un pueblo o aldea.
Acompaño copia de varias denominaciones sobre Génova, de donde sus naves surcaron todo el levante español.
Pudiera desde aquí ser el origen de la entrada en la península, y que se fuera extendiendo con las diversas migraciones, adaptándose a las denominaciones toponímicas por todo el litoral levantino, y posteriormente al resto del país…También pudiera ser a la inversa, un aragonesismo que vía Cataluña pasó a Italia, descendiendo también por el levante español… Quien sepa la autoría que me la diga.

(*) Solía llamarse al plato de patatas fritas con huevo y un filete.

Bibliografía:

- El mundo de la prostitución en el refranero español.
  Mª Ángeles Calero Fernández. Universidad de Lérida

- La Critica de la Reflexión. Lorenzo Matheu y Sanz.
  Edición de Odette Gorsse y Robert Jammes. Criticón núm. 43. 1988.

- El Diccionario Icue. Angel Serrano Botella. 1986.

- Joaquín Costa y la literatura popular. Beatriz Moncó Rebollo.

- Els pobles de la Marina parlen els uns dels altres: gentilicis y renoms.
  Vicent Beltran Calvo. Universidad de Alicante. 2003.

- Revista de Historia Militar. Francisco Villamartín, escritor militar. Extra 1983.

- http://www.losrefranesdeltiopedro.es

- http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=10722

sábado, 12 de enero de 2013

CALLE GISBERT

Cartagena estuvo encajonada entre sus murallas, además de la opresión ocasionada desde dentro, a causa de sus famosas cinco colinas, que impedían una urbanización adecuada, pese a ello, el cartagenero construyó encima de ellas, caso del Molinete o del espacio comprendido entre la falda del “Castillo de los Patos” y el cerro de Despeñaperros.

Plano de Feringan 1761 - color azul, zona entre colinas Concepción y Despeñaperros
La parte de la ciudad emplazada entre estas dos colinas, estaba en alto, todas las calles que nacían desde el eje san Diego-Duque-Cuatro Santos (Marango, Alto, Ángel, Faquineto, etc.) desde su inicio eran una cuesta, y en algunos casos pronunciada, tanto, que muchas de ellas a partir del tramo medio de la calle, estaban escalonadas para poder acceder más fácilmente a las viviendas allí ubicadas.
El perimetro marcado estaba más alto que el resto de la población


Arriba - Calle Marango y sus escalinata
Abajo - Calle del Alto, desde la Plaza de la Merced y su empinada cuesta.
Una de esas calles, la más singular, ya que ha sido plazuela, monte, trinchera (en su acepción de “corte hecho en un terreno para camino, con taludes a ambos lados”), y parte de ella un túnel; además de tener las primeras escuelas graduadas de España, el mayor refugio antiaéreo de Cartagena, mercado de abasto, comisaría de policía, tiendas varias, etc., efectivamente, como habrán podido suponer, me refiero a la calle Gisbert.
Esta calle no siempre estuvo formada por una vía urbana. Durante siglos fue parte del Monte de la Concepción, aunque su orografía no fue causa para frenar su urbanización, y ser actualmente una calle ganada a la colina más emblemática de Cartagena.
Si vemos un plano de la ciudad de finales de 1700, podemos observar que un segmento de la ciudad, la comprendida desde las puertas de San José a las del Muelle, no disponía de ninguna salida, el resto de la población se beneficiaba de las tres puertas, es decir, las de San José, Madrid y Felipe II o del Muelle.
Ya se pensaba en esa fecha la posibilidad de prolongar en línea recta la calle de la Caridad, hacia la plaza de San Leandro, haciendo brecha en el monte de la Concepción, y poder tener salida al puerto atravesando la muralla de Carlos III. 





Ifre
A cobijo de la falda norte de la Concepción, se fue creando un barrio, de no muy buena fama, llamado Ifre, pero conocido en la ciudad como Mundo Nuevo, que comprendía una serie de calles como la plaza y calle de Escipión, la Linterna, Buenavista, Ifre, Santa Ana, Negros, etc. Todo este suburbio desapareció al hacer el desmonte, quedando sólo la acera derecha de la calle Escipión, por encima del tejado de las escuelas graduadas.

¿Cómo se inició la actual calle Gisbert?...
Entrando por la calle Caridad, se fue formando una calle sin salida con mucha pendiente, que por su anchura la llamaron plazuela, y al final, por su parte izquierda, llegó a comunicarse con la aledaña calle Marango, por medio de un estrecho callejón.El primer propietario que edificó en esta nueva plazoleta se llamaba Benito Sáez, y la gente empezó a conocerla como Plazuela de Benito.
Posteriormente, en la calle del Duque, haciendo esquina con esta plaza, se edificó el Cuartel de Brigadas, y se comenzó a llamar plaza del Cuartelillo en vez de Benito. Más tarde en reunión del Cabildo Municipal, en el año 1790, se acordó nombrarla Plaza de San Leandro. Por su parte derecha se comunicaba por una empinada escalinata con la Calle Escipión.
Acceso actual calle Escipión, a la izquierda Las Graduadas.
El Ayuntamiento volvió a retomar en 1864 el tema de abrir una salida hacia el mar partiendo de esta plaza, pero el proyecto no llegó a realizarse.
                      
A finales de 1877, con el pretexto de facilitar una salida recta desde el Parque de Artillería hacia el puerto, que facilitaría el embarque y descarga de material bélico, se mantuvieron conversaciones con el Ministerio de la Guerra por medio del Sub-Secretario del Ministerio de la Gobernación D. Lope Gisbert, los planos que se presentaron del proyecto fueron realizados por el arquitecto municipal D. Carlos Mancha.
Los políticos implicados en gestionar la aprobación de esta idea, especialmente el Sr. Gisbert, consiguieron que el 27 de mayo de 1878 se publicara un Real Decreto ordenando se iniciaran estas obras que Cartagena solicitaba. Y pocos días después, el 30 de mayo, a las seis de la tarde, toda la Corporación Municipal, con la asistencia del principal valedor de este proyecto en Madrid, Sr. Lope Gisbert, y diversas autoridades civiles y militares, se procedió a la inauguración de las obras. Pronunciando el Sr. Gisbert las siguientes palabras, tras dar algunos golpes con la piqueta en el muro:  “En el nombre de Dios y el Rey, se da principio a esta obra”.
Según el acta efectuada por el Sr. Cirilo Molina, oficial primero secretario auxiliar del Ayuntamiento, detalla la artística paleta usada: “…fue presentado el zapapico que es de plata, su pala primorosamente cincelada, y de ébano y coco el astil artísticamente tallado, construido en esta ciudad por los artífices de plata Sres. Andrés Hermanos y el escultor Don Francisco Requena…”.
Ese mismo año quedó abierto el túnel por debajo de la Muralla del Mar, conocido como “El Agujero”. Las obras fueron un acuerdo entre el Ayuntamiento y la Junta de Obras del Puerto, el primero efectuaría las expropiaciones necesarias (10 manzanas y 65 afectados, por un importe de 195.469,40 pts.) y la Junta las obras de desmonte. Todo el material que se excavaría seria utilizado para rellenar el terreno ganado al mar del nuevo muelle de Alfonso XII. 
Se puede apreciar el volumen del desmonte
En 1888 la unión entre la plaza de San Leandro y el muelle estaba establecido, de manera provisional, ya que el transito era peligroso por desprendimientos de los taludes, pero hasta 1893 no se termino el desmonte, y unirse realmente con la calle Caridad, dejando a un lado de la misma el Cerro de la Concepción y al otro, diferentes edificios militares, que actualmente se encuentran en uso por la Universidad Politécnica, el Pabellón de Autopsias, además de uno de los restos arqueológicos más importantes de la ciudad como es el Anfiteatro Romano.
Hay que decir que la prensa local se hizo eco de la apertura de esta vía recta que comunicaría el norte de las murallas con el puerto, la Gaceta Minera y Comercial la titulo “La verdadera Gran Vía”, como símil a las grandes avenidas de otras ciudades. A esta nueva vía se le dio el nombre de Gisbert, en agradecimiento al Sub-Secretario del Ministerio de la Gobernación por sus gestiones para llevar a cabo este proyecto.
Esta zona era una de las más densamente pobladas de la Cartagena romana, por lo cual aparecieron durante las excavaciones, numerosos restos tanto de antiguas viviendas como lapidas, cerámica, estilos, lucernas, estucos pintados, piezas de mármol de diversas formas geométricas, algunos de los cuales se conservan en el Museo Arqueológico, así como capiteles de pequeñas pilastras en ricos mármoles. En una de las habitaciones se encontró un suelo con el rótulo SALVE, instalándose parte de él en el patio de la casa número 1 de la nueva calle de Gisbert, hasta que se arrancó en 1945 y fue depositado en el museo.

Suelo romano encontrado en las excavaciones
 Pero la urbanización de la nueva calle, fue haciéndose muy despacio, en el plano adjunto de 1912, se observa que indica todavía estar en construcción, y nombra su arranque desde la plaza de San Leandro.

año 1912 - Plano de Julián Sáez, aparece todavia en construcción la calle Gisbert
A -Escuelas Graduadas, B - Castillo de la Concepción, C - Plaza de Toros
D - Tunel Bajo la muralla, E - Intendencia de Marina, F - Cinematógrafo "El Brillante"

Poco a poco se va aplanando la calle
Al final de la plaza, en su parte derecha, en 1900 el Ayuntamiento dirigido por el alcalde Mariano Sanz Zabala, decidió se construyera una escuela donde por primera vez en España las clases se impartirían clasificando a los alumnos por edad y nivel, al contrario del modelo de escuela unitaria. El 9 de diciembre de 1900 se inauguraron las obras con la asistencia del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y diputado a Cortes por Cartagena, el murciano D. Antonio García Alix, y del escritor D. Miguel de Unamuno, que ofreció un discurso elogiando la iniciativa. Las obras fueron dirigidas por el arquitecto municipal, D. Tomás Rico Valarino. Para dar la mejor enseñanza, el Ayuntamiento desplazó en 1902 a dos profesores (D. Enrique Martínez Muñoz y D. Felíx Martí Alpera) a diversos países (Francia, Bélgica, Alemania, Suiza e Italia) con la tarea de importar sus experiencias pedagógicas, regresando con la idea de una Escuela moderna, gradual, amplia e higiénica, que ayudara al niño en su estudio, y que ofreciéndole aire, espacio y ejercicio, lo proteja contra las enfermedades. Esta distribución gradual era conocida desde 1902, pero de forma experimental, por lo que el proyecto de las Escuelas Graduadas de Cartagena fue el precursor de los actuales centros educativos.
La revista La Construcción Moderna decía del edificio como nota destacada: "…las dependencias son grandes, ventiladas, recibiendo a torrentes la luz por grandes ventanas, como manda la higiene…”. El 5 de octubre de 1903 empezaron las clases. El 15 de abril 1939 se utilizan el colegio como base para tres juzgados militares permanentes, continuando posteriormente su función escolar. Y en 1995 se reabrieron las Escuelas como centro de usos sociales y culturales después de una rehabilitación del edificio. Por Decreto n.º 49/2004, de 21 de mayo de 2004 se declara bien de interés cultural, con categoría de monumento.

Placa en la fachada recordando a "La Covadonga de la Enseñanza"

Todavía sin estar urbanizada la calle, a continuación de las escuelas, en el solar anexo el 11 de abril de 1900 se montó en un gran barracón, uno de los primeros cinematógrafos en Cartagena llamado El Brillante, y en verano lo trasladaban al paseo del muelle. Así como en 1907 una de las primeras equipos de futbol de Cartagena “La Ibérica”, teniendo su sede en las escuelas graduadas.


Al fondo de la calle se aprecia el barracón blanco del cine El Brillante
 En 1925 se hizo un proyecto por el alcalde Torres para urbanizar la calle y los accesos al futuro parque Torres, construyéndose los muros de contención, la rampa que conduce al Hospital de Marina y ampliación del túnel de acceso por debajo de la muralla.
Muros de contención, parte superior camino de acceso al Parque Torres.
En la pasada guerra civil 1936-1939, para proteger a la población de los ataques de la aviación, se construyeron refugios antiaéreos por toda la ciudad, siendo las galerías efectuadas en el Monte de la Concepción los mayores, teniendo capacidad para más de 5.500 personas; el organismo encargado de su control fue la Junta Local de Defensa Pasiva, creada en Cartagena el 6 de septiembre de 1937. Actualmente, los accesos a los refugios están cerrados, pero junto a ellos se habilitó un museo que recordara aquellos años, con los diversos efectos que ocasiono esta guerra en la ciudad.

Entradas refugios, tras la Guerra Civil y al día de hoy con las paredes del talud cementadas.
Desde la entrada del museo se construyó un ascensor-pasarela que sube 45 metros para acceder al Parque Torres, siendo uno de los reclamos turísticos que promocionó el Ayuntamiento.

Ascensor y pasarela que lleva a la parte superior del cerro de la Concepción

Anterior a 1877, siendo plazuela de San Leandro, había en esta calle un almacén de maderas, un colegio de primera enseñanza con mediopensionistas y una tienda de prestamos, como verificamos por la prensa local de aquella época.
El Eco de Cartagena - 14 diciembre 1877

El Eco de Cartagena - 17 deptiembre 1877

El Noticiero - 7 de mayo 1900
Cita en primer lugar el antiguo nombre de San Leandro, como suele ocurrir actualmente
con la calle 18 por Ramon y Cajal, o Jabonerias por Sagasta.
Esta calle también acogió a la Comisaría de Policía, que se trasladó desde su antiguo lugar en la Subida de San Diego, pasando posteriormente al edificio color pistacho de la calle Menéndez Pelayo. Hay un mercado de frutas, verduras, huevos, pescados y alguna cantina, que antiguamente estaba en ambos lados de la calle, techado, pero no disponía de paredes, y en invierno hacia un frío que “pelaba”. Al día de hoy es un edificio cerrado, situado en la acera izquierda, y nuestro paisano Pérez Reverte hace mención de una anécdota suya en el antiguo mercado que podéis leer AQUÍ.
En la acera de la derecha, en un nuevo edificio, se reubicaron los garajes para ambulancias de la Cruz Roja, situados anteriormente al final de la calle, en la acera opuesta.
Quien no se acuerda de las dos tiendas de salazones de Uribe y El Colorao, con esos suculentos bonitos y melvas abiertos, sujetos con cañas y colgados de la percha…
Las casetas de arbitrios municipales popularmente eran llamados fielatos, una de ella estuvo en esta calle para el cobro de arbitrios y tasas municipales al tráfico de mercancías, recibían este nombre por contar con un fiel o una balanza para el pesaje.
Esta calle también fue tristemente famosa por varios casos de suicidios, lanzándose al vacío desde el precipicio de la cara este del Monte de la Concepción, siendo popular en Cartagena el dicho "tirarse por la calle Gisbert".
Me acuerdo cuando era joven del carrito que había al inicio de la calle, junto a la venta de prensa, donde comprábamos pitillos sueltos y nos íbamos a fumarlos al Castillo de los Patos, donde no pudieran vernos.
Y hasta hace pocos años, la calle era propicia a recibir desprendimientos de la ladera este, normalmente por lluvias; necesitando frecuentemente reparaciones y reforzamientos en sus paredes. Otras veces, eran los “icues” los que desde su altura ocasionaban a los viandantes lesiones con sus lanzamientos de piedras.

"El Noticiero" 10 de junio 1936
Todas las esperanzas que se habían volcado en la construcción de esta nueva calle y su salida al mar, se vieron empañadas con el derribo de las murallas a principios del siglo pasado, provocando que las comunicaciones con el puerto fueran más directas por otras circunvalaciones.

Acceso desde Paseo Alfonso XII al "Agujero" en la actualidad
Al día de hoy se aprecia un mayor tránsito de peatones por Gisbert, desde la instalación de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) en el Antiguo Hospital de Marina, y del mencionado museo de los refugios de la Guerra Civil. Además de instalarse hace años las oficinas de la Jefatura provincial de Trafico, que nos evita los desplazamientos a la cercana capital, para renovación de carnets de conducir y diversa documentación de vehiculos.

Bibliografía.

- Cartagena siglo XX. Juan Mediano Durán. 1997
- Bibliotecas Archivos Estatales. Archivo de Simancas.
- Cartagena 1874-1936. F. Javier Pérez Rojas. Editora Regional. 1986
- El diccionario Icue. Ángel Serrano Botella. Cartagena septiembre 1987.
- Historia de las calles de Cartagena. Federico Casal Martinez. 1930.
- Cines y teatros de Cartagena. Alfonso Santos García. 2004.
- La Verdad. 30 Mayo 2012.
- Hemeroteca archivo municipal de Cartagena.
- http://es.wikipedia.org
- http://www.cocin-cartagena.es/turismo/cartur08.htm
- El Plano Arqueológico de Cartagena. Antonio Beltrán Martínez (Archivo Español de Arqueología. Volumen XXV)
- http://www.escuelasgraduadas.es/callegisbert/callegisbert.html
- http://www.ctpedia.es/w/index.php/Portada